En 1632, tuvo lugar el más célebre caso de posesión diábolica colectiva de la Historia. Las monjas ursulinas de un convento situado en la ciudad francesa de Loudun fueron declaradas oficialmente poseídas por fuerzas sobrenaturales según las autoridades eclesiásticas. Tras un penoso proceso, dos años después fue condenado a la hoguera el señalado como responsable de tal diabólico fenómeno, el sacerdote Urbain Grandier.
En su ensayo de 1952 Los demonios de Loudun, Aldous Huxley relata el acontecimiento desde sus antecedentes. Grandier, un clérigo mujeriego, se había forjado una seria comunidad de enemigos debido a la descendencia indeseada que sus conquistas provocaban. La intervención de la priora de un convento de ursulinas, sor Jeanne des Anges -que obviamente había oído su fama de apuesto seductor – vino a precipitar la caída en desgracia de Grandier.



